La participación en nuestro país es más bien una sugerencia, y más cuando se trata de política. Esto se debe, pero no es toda la responsabilidad, a los estigmas culturales que nos ha heredado nuestra historia.

Desde la conquista del territorio en el que vivimos por parte de los españoles y en todas las formas de gobierno que se desarrollaron después, como un aparato de mandato o que dependía directamente de unos reyes que nunca pusieron un pie en la tierra que gobernaron durante 300 años o un sistema que se basó durante los primeros cien años del México independiente en reelecciones por la fuerza y descontento social basados por la tiranía de dictaduras y regímenes autoritarios.

Todos los aspectos anteriores fueron los ingredientes para el coctel perfecto en donde los que llegaban al ser cabezas del gobierno hicieran y deshicieran sin que se les pudiera reclamar. En efecto debido se usaba la fuerza, pero también la misma población era la que se reprimía al no tener iniciativa de participación.
La participación de los que se consideran ciudadanos es la clave para que las cosas cambian para mejor.

Un día en la clase de discurso político, un maestro nos comentaba que en nuestro país la participación se le delegan a otros, como por ejemplo en la toma de decisiones que tiene que ver directamente con nuestro bolsillo y de quienes manejan las finanzas del hogar, que en muchos casos en las familias mexicanas son las amas de casa, pero que ellas sólo se adaptan a las circunstancias hostiles y no intentan hacer nada para cambiarlo, “el día que las mamás salgan a protestar por la subida al precio de las tortillas, ese día México cambiará”; decía.

Si bien uno podría pensar que quizá a las señoras amas de casa estén más ocupadas por sus quehaceres que por la política estaríamos siendo muy ilusos.
Durante el periodo de la Revolución Francesa, los precios del pan, que era la base de la alimentación en Europa en esos entonces, se incrementaron porque había escases y por pagos de impuestos, llegando a crear el descontento precisamente de las señoras que se encargaban de administrar esas cuestiones.

Lo que hicieron fue hacer saber su enojo, no por medio de cartas al Rey, sino que fueron directamente al palacio real con una actitud dura a exigir que las cosas dejaran de ser tan injustas, o sea, hace más de doscientos años, cuando las cosas estaban mal, las personas en otros países, sin ser lo que en ese entonces era considerado como ciudadano, salían a exigir mejoras de vida.

Ahora, 200 años más tarde y en otro país, esas ideas de salir y protestar nos parecen peligrosas e improductivas, pero atención, yo no estoy haciendo un llamado a la violencia cuando las cosas estén mal, sólo aclaro que en un país en donde el sistema sólo era para beneficios de algunos y no había participación legal ciudadana, las personas intentaban un cambio a pesar esos factores.

En el México contemporáneo existen plataformas para la participación ciudadana, que le cuestan a los contribuyentes miles de millones de pesos cada año, pero gracias a nuestra mentalidad, a los mexicanos no nos gusta participar, porque participar significa algo con lo que es difícil interactuar: la responsabilidad.

Estamos a acostumbrados a pensar que la participación ciudadana sólo es tarea de algunos cuando es tarea de todos; participar en algo conlleva responsabilidad, y participar en política no sólo conlleva responsabilidad, sino que también esfuerzo. No es un trabajo físico ni emocional, simplemente de pensamiento y de observación.

Una persona que está interesada en la participación ciudadana debe informarse, asimilar lo que sucede en su comunidad y tomar decisiones con base en ello.
Es por esto que la participación ciudadana se deja de lado porque es más fácil que otros sean los responsables de lo que sucede si algo sale mal, y las decisiones que se toma en el país que ser uno el que tenga la responsabilidad tanto de los éxitos como de los fracasos.

México ha cambiado, gracias a todos los organismos que ahora existen hacen más fácil esta actividad, (como los de transparencia y rendición de cuanta o los electorales) la política no sólo se debe de tratar de los actores que interactúan con ella, sino de todos y todas a quienes nos afecta y nos beneficia.

Estamos viviendo una era de cambio, en donde la ciudadanía está haciendo notar su voz a través de la tecnología, pero no basta, debemos entrar de fondo, en dónde no sólo los que tengan teléfonos inteligentes o redes sociales sean los que participen, sino que debemos crear una comunidad en donde desde el que tenga menos recursos hasta el que tenga más, participen y se informen de qué es lo que pasa a su alrededor.

Debemos participar por que nos cuesta dinero los organismos que se encargar de que se cumpla esos derechos de los ciudadanos, debemos participar porque no hacerlos nos cuesta más, debemos participar porque sólo así se logran los cambios, debemos participar porque todos somos responsables de lo que sucede en nuestro país.

Alejandro Rodríguez

Estudiante de Ciencias de la Comunicación-UNAM